LA CALIDAD EDUCATIVA DESDE LAS EVALUACIONES COMPARATIVAS.
En este artículo describo
la situación del profesor en la actualidad, analizo la repercusión de las
evaluaciones en su quehacer pedagógico y cómo estas transformaron profundamente
la relación, educador – educando. Quiero graficar más simbólicamente la lenta
desaparición que ha venido teniendo la “confianza”
en el proceso pedagógico y el creciente poder, que pasa por inadvertido, de las
estadísticas y escalafones, quiero desde allí reafirmar mi convicción de una
educación como relación y confianza y desterrar la idea de comparación que
segrega, discrimina y separa y a la cual no estoy dispuesto a contribuir.
Ahora, con las constantes
exigencias de los RESULTADOS ÓPTIMOS
existe un proceso gradual de matematizar la educación, es decir, medir la performance
de los niños y niñas en matemática y comprender los textos que leen o escuchan
y se deja de lado la valoración de las otras competencias personales, sociales,
interculturales, etc. Durante estos años, la mayoría de maestros se desmotivó
frente a la soberbia del sistema que no reconocía el gran desafío que significa
confrontarse todos los días a una niña o niño heterogéneo, caracterizado por
mucha incertidumbre y desorientación, vergüenza como fruto de la
discriminación, niños y niñas que sufren de hambre y de falta de cariño.
Quiero resumir mi
preocupación y mi decisión en dos observaciones:
- El mero hecho de que
se vea el trabajo del docente en función de RESULTADOS cumple su fin en satisfacer
las necesidades del mercado. Así, difícilmente puede desarrollarse la
confianza entre educando y educador, entre el sistema educativo y el
magisterio.
- El concepto del éxito
concebido como “calidad educativa” ha prevalecido cada vez más en todos
los ámbitos y ha marginalizado el concepto del rendimiento a escala
humana. Así se corre pues el riesgo de que la educación como acontecimiento
ético humano se sacrifique en la lógica de la evaluación por resultados.
Según esta lógica, si el promedio del grupo
tiene malas resultados, debe ser entonces que EL DOCENTE es un mal pedagogo. Lo
que importa ahora son los puntajes en las evaluaciones por resultados, es decir
la performance en las dos áreas (Matemática y Comunicación), dejando de lado
las condiciones sociales y culturales de los estudiantes, negando la
diversidad, heterogeneidad que existe en un aula de clase. Bajo esta presión el
FA y la profesora se dificultan más en practicar una pedagogía personalizada
como la que hemos venido impulsando. En este condicionamiento las relaciones
entre FA y DOCENTE sufrirán un cambio profundo, porque la DOCENTE ya no puede
tener la plena CONFIANZA si su FA está con ella u obedece al currículo oculto
de los RESULTADOS. “Antes tenía la certidumbre, que mi trabajo significaba una
transformación en la vida de cada docente y cada niño o niña”, ahora el sistema
de RESULTADOS segrega definitivamente a los niños quechua hablantes que no
tienen el tiempo y el espacio permitido para aprender porque habrá una docente
y un FA desesperados por mejorar los resultados. Este sistema nos ha convertido
en FORMADORES ACOMPAÑANTES miedosos, estresados y pensando que en cualquier
momento nos obligarán a firmar una carta de renuncia por “mal desempeño”, de
manera inhumana, prepotente y con falta de consideración, con un pensamiento
heterónomo convencional que sustenta este despido, desconociendo la exigencia
de tener y fomentar un pensamiento post convencional en nosotros mismos y en
las docentes que acompañamos. El ingreso al PMEI no ha sido gratis, ha sido
producto de una evaluación calificada como la mejor en su rubro y por eso no aceptamos
esta forma de condicionamiento y presión bajo la cual, como profesionales
mediocres tenemos que callar las discrepancias, trabajar asustados bajo el
chantaje de “estás en evaluación” o temiendo al despido. Aspectos que
felizmente no me asustan y ando curado de eso.
A pesar del discurso de la inclusión, la
interculturalidad y la descentralización
de la políticas educativas, la exclusión del sistema es más radical para
quienes no logren RESULTADOS, porque ya no está en el centro el estudiante y la
docente con toda su potencialidad personal y social, sino las cifras de las
mediciones descontextualizadas y esto es un proceso lento que como ya mencioné
pasa para muchos de inadvertido.
Cada docente, a pesar de su rechazo al
sistema, a la hora de la hora se pondrá a preparar a sus niñas o niños a meterse
en la lógica de los resultados, quieren que sus estudiantes salgan bien, porque
de estos promedios depende su prestigio. La competitividad desde que el mercado
entro con fuerza en el sistema educativo y ha transformado al profesor en
cómplice de la selección. Pero no solamente esto, el hecho de ejercitar por
semanas, por ejemplo, el desarrollo de nociones básicas, rompe con el ritmo en
su forma de crear los procesos de aprendizajes, cada profesor tiene su forma
personal y el estudiante se deja llevar por esta melodía de querer aprender en
conjunto con el Otro, con el profesor. En
el ejercitar no se desarrollará la pasión por descubrir, porque es siempre lo
mismo, aunque se diga que no, a eso están empujando a los formadores y
estos a su vez a sus docentes.
Frente a esta situación
me pregunto: ¿Qué confianza puede tener un docente en su FA que les enseña cómo
enseñar para que sus niños rindan un examen que mide lo que se puede
cuantificar fácilmente y excluye lo que es difícil de medir, como el
aprendizaje social o la diversidad cultural? Me pregunto si el FA en esta situación,
¿Se preocupa por el desarrollo profesional del DOCENTE de verdad o si estará
presionado más bien por el éxito y los resultados?
Hay que seguir trabajando
en el concepto de escuela como lugar de encuentro desde la dignidad, que no es
normativo, y por esto no es posible multiplicarlo, pero se puede inducir en
espacios de reflexión en los que el profesor cambie para ser mediador, con una
convicción y postura abierta a ponerse en “los zapatos del otro”. En este
concepto educativo la responsabilidad preponderante del docente es hacer que el
estudiante se descubra como persona creativa y apasionada por su trabajo, y esto
no se puede enseñar, sino descubrirse en el proceso mismo para eso hace falta
el tiempo y el espacio adecuado para percibir y madurar el juicio propio.
ILSE SCHIMPF HERKEN